EL MITO DE PÍRAMO Y TISBE

Hubo una vez, en la antigua Grecia, dos familias que vivían como vecinos. Sus casas, estaban tan sólo separadas por una pared; pero sus almas, sin embargo, llevaban años distanciadas por el enorme odio que se tenían entre sí.

Tisbe, la hija de una de las familias, se encontraba un día en su habitación, cuando descubrió que en su pared, empezaba a formarse una pequeña grieta. Se acercó a ella para ver su grosor y, descubrió, que desde allí podía observar un dormitorio del cuarto del vecino. De repente, vio que un muchacho, joven como ella y muy apuesto, se asomaba a la grieta desde el otro lado.

-¿Qué haces mirando por aquí y cómo te llamas?

Tisbe, avergonzada, se presentó y dijo que lo sentía. El joven comenzó  a reír y le dijo que no pasaba nada, que se llamaba Píramo y que podrían ser amigos.

Durante días y días, los muchachos cogieron la afición de hablarse y de mirarse a través de esa grieta, a escondidas; sabiendo que sus padres, no deberían conocer jamás la existencia de aquella amistad.

Con las semanas, la necesidad del uno por el otro iba creciendo, hasta el punto de que pasaban todo el día hablando junto a la pared. La madre de Tisbe empezaba a sospechar de la languidez que habitaba en su hija, que se había vuelto solitaria y arisca; y que siempre se encerraba en su habitación.

Tisbe le confesó a Píramo que tenía miedo de que su madre descubriese su secreto y tapara la grieta y el atrevido joven, planeó que los dos deberían fugarse lejos de allí y hacer su propia vida como esposos. Quedó con Tisbe en unos bosques cercanos, donde nadie podría verlos.

Cuando la muchacha llegó a los bosques y encontró el lugar donde habían quedado, vio que Píramo no estaba y lo estuvo aguardando plácidamente. Sin embargo, vio que, de pronto, se aproximaba una leona con los hocicos llenos de sangre-probablemente, se había dado un buen festín-y salió corriendo, no fuera a ser que también se la comiese a ella, y se metió en una cueva no muy lejana.

Píramo llegó al lugar deseando ver a su amada, pero, en su lugar, sólo encontró a una leona que, entre los dientes ensangretados, llevaba el pañuelo de Tisbe. Pensando que había ocurrido lo peor, el joven cogió su espada y se la clavó en el corazón para dejar de sentir tormento. Al instante, Tisbe, que había oído algo, salió a ver si su amado había llegado y, al ver que estaba muerto sobre la hierba, sacó la espada de aquel pecho que tanto había adorado y se la clavó a sí misma en el corazón.

P.D.1. A Todos mis alumnos del IES Torrente Ballester, por lo mucho que disfrutastéis de las historias mitológicas que os contaba. En especial a José, de 1ºA, a quien le debía un correo con un mito desde hace días. Seguís siendo los mejores, junto con mis primeros niños de Galapagar. Aunque tenga mil alumnos más, nunca os olvidaré.

P.D.2. Al Buen Entendedor, que sabrá lo que digo y por qué. Para ti, para ti, es.

P.D.3. A mi alumno querido de 1ºC, Alejandro de los Ríos, porque no le dediqué las suficientes líneas en el blog anterior y se merece una entrada entera. Te pido disculpas desde aquí y, prometo que ese blog llegará.

P.D.4. A todos aquellos alumnos que se sientan mal pq no les haya dedicado las suficientes palabras. En mi blog de despedida, ya no me podía extender más. Pedidlas y las tendréis. Os quiero a todos por igual.

P.D.5. A Javi (Mortha), Manolo V., Manolo S., Enrique, Julio y Gonzalo por las buenas conversaciones de vez en cuando, o muy de vez en cuando. Besos.