lunes, 15 de septiembre de 2008

EMBROLLO EXISTENCIAL

Es a la vez patético y simpático pensar en que mi máxima preocupación del día hasta ahora,  ha sido si hacía conmigo misma de Dalila y me dejaba el pelo como la que anuncia la lejía del futuro, o si, por el contrario, continuaba con mi propósito de ser Lady Godiva y me dejaba las greñas al más puro estilo Rapuncel (porque para que el príncipe pueda subir por los cabellos, aún falta un rato, pues vivo-DE MOMENTO- en un 8º). Al final, la tradición y el peloteo de los peluqueros que, para venderme productos de nutrición, alababan mi melena, han podido con mi deseo transgresor y sigo con las mismas guedejas. También me daba un poco de yuyu, no lo voy a negar, la posibilidad de perder la fuerza ya que siempre nos debe acompañar, al menos eso decían en esa peli que a todo el mundo le encanta menos a mí, quizá porque me ponía de los nervios la ininteligibilidad de Chewacca o como quiera que se escriba.

El caso es que da gusto la escasez de problemática en mi vida personal, pero como buen ser inclinado al dramatismo y a la encantadora apariencia de profundidad, cuando no tengo líos, me los invento y aquí me hallo, intentando desenmarañar la madeja que mi propia mente se ha encargado de enredar ¿¿¿¿no existen peluqueros que corten estos embrollos???? ¿Si los hubiera me atrevería a dar el paso, o, por el contrario, optaría por seguir con mi fuerza autodemoledora? Nunca lo sabré, pues los cortapelos de la mente se llaman psicólogos y siempre he sido reacia a contar mi vida a un desconocido. Irónico ¿verdad? Os la cuento a vosotros aquí, que encima de desconocidos, no sois profesionales cura-taras. Quizá es lo que he dicho muchas veces, al convertir las pasiones y sensaciones en ideas, pierden fuerza. Al racionalizar las cosas para poderlas convertir en escrito, se aclaran muchos terrenos ensombrecidos ¿Qué me pasa?Nada. Sería mejor decir ¿qué no me pasa? Pero bueno, con que no me pase la apisonadora final, me conformo y casi mejor me callo ya para no tentar a la suerte ni a su tocaya de todas las letras excepto la primera. Teniendo en cuenta que paso el 80% del día comiéndome la olla al respecto, ya sabéis de sobra, los que me conocéis, de qué hablo.

Un segundo, por favor, voy a trasladarme a mi oficina de la cocina a fumar. Para ello, tendré que trasladar allí el cacharro, así que serán unos treinta segundos. Ahora vengo.

Ya estoy aquí de nuevo y veo que el desuso nos ha hecho ganar lentitud a esta página y a mí. Supongo que tendré que descargar todas las birrias que han aparecido para que vaya decentemente.

Sé que llevo mucho tiempo sin venir y eso es porque por enésima vez he intentado ser normal y dormir cuando duermen las personas. Dentro de poco, me mudaré a otra casa, viviré sola y no quiero llegar todos los días tarde al curro por apagar el despertador.

Ahora mismo, me estoy dando cuenta del poco sentido que tiene contaros todo esto. Quizá no lo tuvo nunca, y mi egocentrismo se lo inventó. Yo pensaba que aquí descargaba estrés, pero lo podría hacer igualmente escribiendo en un papel. Os juro que si yo no fuera yo misma, me caería un poco mal, o un poco bien, pero desde luego, no me adoraría tanto como me adoro (o, mejor dicho, me adoraba).

No sé si son los treinta que me acechan a la vuelta de la esquina, no sé si es la presencia constante del sentimiento de una vida estúpida, no sé si es la ciudad que ya no me gusta, o si soy yo, que, definitivamente, he cambiado. Pero estoy rara y tengo ganas de coger un avión (no sin miedo) y de pirarme a Honolulu y no salir de allí. Hay ratos, que, por el contrario, me siento muy dichosa y creo que soy la persona más afortunada d la tierra. El equilibrio, como decía la canción, es imposible. Y la montaña rusa puede o no ser extensa, pero, en todo caso, marea y acojona.

Mañana tengo que ir al instituto porque tengo tres reuniones ¡qué ganas tengo de estar con los alumnos y de que pasen todos estos trámites de adultos, tan aburridos! Lo más triste es que aún no me acostumbro a pertenecer al territorio de la sala de profesores ¡es loque tiene llevar toda la vida estudiando! Pero bueno, supongo que el estar ocupada, mantiene mi cabeza mucho más centrada.

Quiero pedir perdón a las personas que han intentado contactar conmigo en los dos últimos meses. Hubo un tiempo en que estaba en el paraíso y pasaba de coger el móvil. Después, me acostumbré a pasar de coger el teléfono y mi depre postvacacional tampoco ayudó. Estoy viva, pero, a veces, no me apetece hablar, sencillamente, porque no tengo nada que decir.Llevo toda mi vida rajando por los codos, quizá se me hayan gastado las pilas, o quizá, no me arece interesante hablar de mí misma ¡Irónico también!, puesto que lo estoy haciendo ahora mismo. Como veis, estoy como una puta cabra, pero menos feliz porque ella está en el monte a su puta bola. La única ventaja que tengo sobre el animal es que mi novio, por suerte, no es un cabrón. Es un niño muy majo y siempre lo será y no va con él la cosa. Es más bien, una cuestión existencial. Nada personal ni nada sentimental.

Bueno, no os digo nada más porque, además, la batería del portátil se me agota y no me apetece ir a enchufarlo. Espero que os vaya todo bien (a mí, aunque no lo parezca por mis palabras, me va de perlas). Un besazo, cuidaos