Me gustaría escribir una divertida entrada sobre mi viaje a Valencia. Como ya sabéis los que por aquí pasáis, en circunstancias normales no me costaría nada contaros mi vida (si es que "Eso" existe para un Vampiro). Hoy regreso de nuevo a mis "Noches Lúgubres", como diría nuestro amado Cadalso. Me hallo completamente desorientada desde que me he alejado del mar y sólo deseo volver a su lado. Cada vez me siento más extraña en medio de esta ciudad y sus gentes. Apenas quiero a quince personas que en ella habitan. Apenas tengo un buen trabajo. Quiero marcharme, quiero no volver más. Hace apenas 40 horas era la mujer más feliz de toda la tierra contemplando el vaivén de las olas. En estos momentos sólo soy un ente estúpido y altamente autocompasivo que me da vergüenza. Tengo una ligera alteración hormonal, un tremendo mono de tabaco y una ansiedad terrible desde las ocho de la mañana. Sé que mañana se me pasará y volveré a pasar de todo como cada día. Es ese vacío el que más me asfixia. Mi preocupación de hoy no es lo que me inquieta, sino su metamorfosis en indiferencia. Mañana todo me importará lo mismo que una mosca en la ventana, volverán mis sueños, mis vanas aspiraciones y el oasis de los viernes noche de mano de mis amigos. Sí, sé que cuando las hormonas vuelvan a estar en su sitio, la crisis pasará, como siempre. Ni siquiera puedo deprimirme más de dos veces al año. Cada vez me siento más como una puñetera roca. Los días como hoy, en los que siento algo, me parecen dignos de lástima porque son tan efímeros como la vida de una gota de lluvia que va a estrellarse en el suelo.
Conocí a un poeta mientras miraba el mar. Mis amigos se fueron y yo me quedé pensando, meciéndome con las olas aquí y allá. Siempre había soñado con una escena así, digna de cualquier drama romántico. Me hicieron algunos poemas. Conversé y anduve con Virgilio sobre las aguas del infierno. Regresé a Madrid. Puedo asegurar que aquel hecho no cambió mi vida lo más mínimo. Ni con poema, ni sintiéndome una Nereida surgida del mar, jajajaja, me sentí más feliz.
Pasé varias noches en vela, caminando entre Milton y Garcilaso, perdiéndome en la memoria del personaje de Borges; ahogándome en el mar de los recuerdos cíclicos y dolorosamente bellos. Pensé en Su Infinito+Mi Nada. Bebí copas, reí con ganas, no gasté un segundo de intensidad en dormir. Recapitulé, medité, mensajeé, me respondieron a las dos horas (en el Planeta Madrid, definitivamente No hay Vida), leí, mojé mis pies en el mar, llamé por teléfono, me recomendaron una película, tuve noticias de un antiguo amor que, sin llamarlo, reapareció...Y lo alejé de un manotazo; saboreé manjares de la cocina italiana, exquisitos arroces valencianos, gocé de la tierna y cálida mirada de Apolo mientras bebía una cerveza en una terraza, navegué, escuché buena música por gentileza de Nacho, bebí horchata, fotografié el momento, pasé más de diez minutos intentando captar la luna que veía, sin éxito alguno (jamás una foto plasmará la belleza que capta el ojo humano), empaticé con los peces del Oceanographic, no pude conocer a Pau, sufrí jaquecas terribles por un maldito medicamento de cuyo nombre no quiero acordarme (el mismo que alteró mis hormonas), aprecié aún más a las maravillosas amigas que tengo: Oly y Bego; dispersé, junté, bailé. Conocí personas a las que no volveré a ver jamás, quise comprarme un cuadro de 200 pavos pero por no cargar con él no lo hice -ahora me arrepiento-, no pillé ningún atasco, pero sí un resfriado, compré sólo pegatinas de peces; lo valoré aún más si cabe porque él es el único hombre de la tierra (según mi concepto de hombre), y tengo muchas cosas y secretos que contar a quien quiera escuchar y a quien merezca aguantarme (pobrecillo).
Tengo teatro este viernes y fiesta del Día de la Madre este sábado (pero no sé aún a qué hora). Acepto proposiciones pre y post planes. Espero poder quedar con Oly.
Regreso a la Impaciencia y al desorden, pero sé que mañana, al resucitar, todo volverá a la normalidad.
Besos pa quien los quiera.
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